Nos
conocimos:
tú en mi
oscuridad,
y yo en tu
libertad,
comienzo de
amigos.
Llenaba mi
alma
de
tragedias,
de llantos,
de odios…
Mía fue una
guerra,
mi doble,
mi demonio,
contra
quien juré venganza.
Una
máscara,
protege,
esconde,
una sombra
no proyectada.
Ahí te
quise conocer,
ver tus
labios
diciendo
bellos argumentos
que rompen
cadenas
que fuesen
luz,
razón pura,
y verte
otra vez
proyectar
mi sombra.
Yo te
quise,
como
pájaro,
como
cometa,
como nube.
Te quise ver
volar
pero sólo
me iluminabas
y por eso
te ofrecí
valor.
Una guerra
con máscara,
una luz
para mi sombra,
unas alas
para el que vuela,
un poema
para el que no ama.
Nos
conocimos:
yo te
quise, tu volaste
y
proyectaste una sombra
con la que
luché.
Aún
recuerdo,
nuestros
ratos,
nuestros
momentos:
los guarda
la memoria.
Una caja de
música
recuerda nuestro baile,
nuestro
rock’n’roll,
nuestros
desfases.
En el
jardín de las delicias
encontramos nuestro futuro
y un espejo
con
esperpento reflejo,
perdición
para el gusto,
se saborea
ahora el miedo
tras el
cadáver,
me
encuentro
no una rosa
de amor,
ni un poema
hecho de corazón,
ni un
cuervo amenazador,
ni las
cenizas de un caballo.
Yo, me
encuentro yo…
pero sin
máscara.
Un
monstruo, demonio
tragaluz,
todo un “sophia”.
Conocedor
del horror,
disfruta
con el terror,
confundido
por la furia
mi otra
sombra me quiere matar.
Todo es un
duelo intenso,
amor o
violencia…
la
incoherencia
del trato
justo.
¡Nos
hicieron de carne
y no de algodón!
¡Este mundo
no es de aire
sino de
tierra!
Por ti yo
te haría volar,
pero alúmbrame,
de tu
malicienta cara
me llegué a
enamorar.
Tenía los
labios
con los que
me besaba,
y los ojos
…
ahora en paz.
Largas
miradas,
profundas,
intimidatorias
y,
llenas de
amor.
Tus brazos,
me
agarraban,
me
rodeaban,
te
aproximabas,
y tan cerca
estábamos
que toda
tormenta
era mero
ruido
y un simple
rocío.
Tan cerca
que tu pupila
era donde
yo clavé mi pupila,
mi mano
tocó tu pecho,
tu corazón
deseaba …
¡volar!
¡Esa libertad!
¿No eras
libre, mi faro?
Ton
liberté,
pour l’amour,
oú se
trouve?
Pero el
grato recuerdo de ti fue
en el
reinado de las caricias,
de los
mimos …
pero eso
fue hace mucho tiempo.
Nos
conocimos:
tu en mi
oscuridad
y yo en tu
libertad,
comienzo de
amigos.
Tristes
historias
de odio y
amor
comenzó la
tinta a marcar,
un recuerdo
…
Y te
recuerdo,
petite
Louvre,
en mi
pupila:
memoria de
una llama inapagable.
¡Lo sigo
sintiendo!
Las ganas
de volver a verte,
besarte y
perderse
en un
tiempo finito
en tu
infinito amor,
dulzura,
oú
êtes-vous,
petite
Louvre?
Y me marca
la muerte…
tu recuerdo
incesante,
tus alas al
volante
y un dolor…
No quisiste
quedarte,
proyectar
mi sombra,
oú
êtes-vous,
petite
Louvres?
Recuerdo la
música
“pégate a
mí” sonó,
y ahora
“¿dónde estás?”
oigo cuando
pienso en ti.
¡Escucha!
¡Allá,
no vueles
con golondrinas
ni te unas
a una banda de cuervos!
Vive sin
ciudad.
Toma como
religión
quien con fervor
lucha en
contra,
en contra
de su sombra.
Toma como
hogar
una morada
sin techo
pero con
suelo.
¡Cruza el
arco!
Toma la
no-ciudad,
que eres
digna de gobernar
con tu
libertad.
Pero es
inútil,
decir esto
es demencial:
lleno de
lágrimas
enfrente de
tu lápida.
Mi oscuro
traje,
mi cuerpo,
mi sombra
enterrada
¡quiero
volar contigo!
Si las rosas
no se marchitaran
sabría que
estarías viva:
me llenabas
de alegría,
color de mi
vida.
Escapamos,
corrimos,
caímos al
suelo,
nos reímos,
y así
muchos momentos.
Ahora no
río,
ahora no
escapo,
ni siquiera
me levanto.
De
rodillas,
en medio de
la niebla,
delante de
tu tumba,
humedezco
la tierra encima de ti.
Oú
êtes-vous,
petite
Louvres?
Ce ne pas
posible!
Todos los
días lo repito.
¿Quién me
hará sombra,
espada
contra mi demonio,
en esta
vida,
en esta
locura?
Tras las
campanas de matrimonio
me casé con
mi infortunio,
le soy fiel
a mi dolor
y me perdí
en la niebla.
Dicen que
me buscan
culpándome
con mi locura
de la
muerte de mi color,
de mi
pájaro muerto.
Yo les dejo
un poema,
cincuenta estrofas,
esto es
amor:
¡Romántico dolor personal!