martes, 17 de marzo de 2015

Tu eres mi sombra y yo tus alas

Nos conocimos:
tú en mi oscuridad,
y yo en tu libertad,
comienzo de amigos.

Llenaba mi alma
de tragedias,
de llantos,
de odios…

Mía fue una guerra,
mi doble,
mi demonio,
contra quien juré venganza.

Una máscara,
protege,
esconde,
una sombra no proyectada.

Ahí te quise conocer,
ver tus labios
diciendo bellos argumentos
que rompen cadenas
que fuesen luz,
razón pura,
y verte otra vez
proyectar mi sombra.

Yo te quise,
como pájaro,
como cometa,
como nube.

Te quise ver volar
pero sólo me iluminabas
y por eso
te ofrecí valor.

Una guerra con máscara,
una luz para mi sombra,
unas alas para el que vuela,
un poema para el que no ama.

Nos conocimos:
yo te quise, tu volaste
y proyectaste una sombra
con la que luché.


Aún recuerdo,
nuestros ratos,
nuestros momentos:
los guarda la memoria.

Una caja de música
recuerda  nuestro baile,
nuestro rock’n’roll,
nuestros desfases.

En el jardín de las delicias
encontramos  nuestro futuro
y un espejo
con esperpento reflejo,

perdición para el gusto,
se saborea ahora el miedo
tras el cadáver,
me encuentro

no una rosa de amor,
ni un poema hecho de corazón,
ni un cuervo amenazador,
ni las cenizas de un caballo.


Yo, me encuentro yo…
pero sin máscara.
Un monstruo, demonio
tragaluz, todo un “sophia”.

Conocedor del horror,
disfruta con el terror,
confundido por la furia
mi otra sombra me quiere matar.

Todo es un duelo intenso,
amor o violencia…
la incoherencia
del trato justo.

¡Nos hicieron de carne
y no  de algodón!
¡Este mundo no es de aire
sino de tierra!

Por ti yo te haría volar,
pero alúmbrame,
de tu malicienta cara
me llegué a enamorar.


Tenía los labios
con los que me besaba,
y los ojos …
 ahora en paz.

Largas miradas,
profundas,
intimidatorias y,
llenas de amor.

Tus brazos,
me agarraban,
me rodeaban,
te aproximabas,

y tan cerca estábamos
que toda tormenta
era mero ruido
y un simple rocío.

Tan cerca que tu pupila
era donde yo clavé mi pupila,
mi mano tocó tu pecho,
tu corazón deseaba …


¡volar! ¡Esa libertad!
¿No eras libre, mi faro?
Ton liberté,
pour  l’amour,
oú se trouve?

Pero el grato recuerdo de ti fue
en el reinado de las caricias,
de los mimos …
pero eso fue hace mucho tiempo.

Nos conocimos:
tu en mi oscuridad
y yo en tu libertad,
comienzo de amigos.

Tristes historias
de odio y amor
comenzó la tinta a marcar,
un recuerdo …

Y te recuerdo,
petite Louvre,
en mi pupila:
memoria de una llama inapagable.

¡Lo sigo sintiendo!
Las ganas de volver a verte,
besarte y perderse
en un tiempo finito

en tu infinito amor,
dulzura,
oú êtes-vous,
petite Louvre?

Y me marca la muerte…
tu recuerdo incesante,
tus alas al volante
y un dolor…

No quisiste quedarte,
proyectar mi sombra,
oú êtes-vous,
petite Louvres?

Recuerdo la música
“pégate a mí” sonó,
y ahora “¿dónde estás?”
oigo cuando pienso en ti.


¡Escucha! ¡Allá,
no vueles con golondrinas
ni te unas a una banda de cuervos!
Vive sin ciudad.

Toma como religión
quien  con fervor
lucha en contra,
en contra de su sombra.

Toma como hogar
una morada
sin techo
pero con suelo.

¡Cruza el arco!
Toma la no-ciudad,
que eres digna de gobernar
con tu libertad.

Pero es inútil,
decir esto es demencial:
lleno de lágrimas
enfrente de tu lápida.


Mi oscuro traje,
mi cuerpo,
mi sombra enterrada
¡quiero volar contigo!

Si las rosas no se marchitaran
sabría que estarías viva:
me llenabas de alegría,
color de mi vida.

Escapamos,
corrimos,
caímos al suelo,
nos reímos,

y así muchos momentos.
Ahora no río,
ahora no escapo,
ni siquiera me levanto.

De rodillas,
en medio de la niebla,
delante de tu tumba,
humedezco la tierra encima de ti.


Oú êtes-vous,
petite Louvres?
Ce ne pas posible!
Todos los días lo repito.

¿Quién me hará sombra,
espada contra mi demonio,
en esta vida,
en esta locura?

Tras las campanas de matrimonio
me casé con mi infortunio,
le soy fiel a mi dolor
y me perdí en la niebla.

Dicen que me buscan
culpándome con mi locura
de la muerte de mi color,
de mi pájaro muerto.

Yo les dejo un poema,
cincuenta estrofas,
esto es amor:

¡Romántico dolor personal!

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