Jose la amaba locamente,
como el mendigo con el oro
o Andalucía con los toros,
y la apartó de aquel demente.
Jose emprendió con violencia
al loco: un pobre maleante,
poniendo su voz de estandarte
y quitándole su inocencia.
Este pensó que correr
le podría salvar la vida:
saltó al agua y en la caída...
no se le pudo socorrer.
Ya solos pudieron mirarse
con ojos de deseo mutuo,
donde el odio no hace ni bulto
y el amor sus rostros taimarse
No hay comentarios:
Publicar un comentario